Celos. ¿Qué es más hermoso, más difícil de determinar? Los celos siempre han existido. Pensad que, por lo visto, tenemos una endorfina que los genera de manera automática, como un indicador que se enciende, que señala el peligro o, mejor dicho, la avería.
jueves, 22 de julio de 2010
Dodici.
Yo no podría hacerlo. Casarme a los veinte años. Perder la libertad. Tener un compromiso serio con alguien. Vivir en pareja. Ser fiel. Para siempre. Compartir alegrías, dolores y costumbres. Cambiarlo todo.
Undici.
¿Qué sucederá? ¿Hasta qué punto podemos estar seguros de que nuestras decisiones harán felices a la otra persona? ¿Conservaremos la sintonía que nos une después de que se lo haya dicho? ¿Habré interpretado bien las señales o me estaré engañando? Qué difícil es a veces la felicidad. Cuántas dudas nos provoca. Y, sin embargo, bastaría con creer ciegamente, lanzarse sin más, como él hizo conmigo. Contra todo y contra todos. Él es sabio. Es increíble.
viernes, 11 de junio de 2010
Dieci.
Se percata de cuánto le quiere, de que lo único que le gustaría es verle feliz, de cómo esas palabras, quizá erróneas, le pertenecen en cualquier caso y también por eso le gustan; no son justas, de acuerdo, pero amar a alguien también conlleva asumir la culpa de los errores ajenos. ¿Todo esto supone amar a alguien? Se lo pregunta y después se responde a sí misma con el corazón alegre: sí, eso y mucho más. Y por primera vez se siente realmente grande, madura y segura de su elección.
Nove.
Y avanzan así entre la gente, que no entiende a esas cuatro exaltadas que chocan con los bolsos, saltan por encima de las cajas y se abren paso a empujones. Y se ríen. Amigas.
jueves, 10 de junio de 2010
Sette.
Es sólo una cuestión de inteligencia. El obvio que al principio lo que cuenta es el amor, pero hay que alimentarlo con la confianza y la paciencia.
Sei.
Al menos podría haberme mirado, ¿no? De haberlo hecho, habría visto, habría entendido y, quizá, hasta podría haberme hecho alguna pregunta.
Cinque.
Y es cosa de un instante, de ese instante. Decide desentrañar la duda: ¿ahora o nunca? Se decide. Ahora. Saltar. Ahora.
Quattro.
Se marcha dejándolo allí plantado, entre divertido y curioso, satisfecho en cualquier caso de haber conseguido agitar algo en ella.
Uno.
A ti, que me has encontrado. Te grito amor, que tú puedas amar con una locura rebelde, con una pasión insana, que estas palabras sean para ti el comienzo de una temeraria felicidad.
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