Se percata de cuánto le quiere, de que lo único que le gustaría es verle feliz, de cómo esas palabras, quizá erróneas, le pertenecen en cualquier caso y también por eso le gustan; no son justas, de acuerdo, pero amar a alguien también conlleva asumir la culpa de los errores ajenos. ¿Todo esto supone amar a alguien? Se lo pregunta y después se responde a sí misma con el corazón alegre: sí, eso y mucho más. Y por primera vez se siente realmente grande, madura y segura de su elección.
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