viernes, 11 de junio de 2010

Dieci.

Se percata de cuánto le quiere, de que lo único que le gustaría es verle feliz, de cómo esas palabras, quizá erróneas, le pertenecen en cualquier caso y también por eso le gustan; no son justas, de acuerdo, pero amar a alguien también conlleva asumir la culpa de los errores ajenos. ¿Todo esto supone amar a alguien? Se lo pregunta y después se responde a sí misma con el corazón alegre: sí, eso y mucho más. Y por primera vez se siente realmente grande, madura y segura de su elección.

Nove.

Y avanzan así entre la gente, que no entiende a esas cuatro exaltadas que chocan con los bolsos, saltan por encima de las cajas y se abren paso a empujones. Y se ríen. Amigas.

Otto.

Siguen caminando así, bromeando, empujándose de vez en cuando, alegres y ligeras.

jueves, 10 de junio de 2010

Sette.

Es sólo una cuestión de inteligencia. El obvio que al principio lo que cuenta es el amor, pero hay que alimentarlo con la confianza y la paciencia.

Sei.

Al menos podría haberme mirado, ¿no? De haberlo hecho, habría visto, habría entendido y, quizá, hasta podría haberme hecho alguna pregunta.

Cinque.

Y es cosa de un instante, de ese instante. Decide desentrañar la duda: ¿ahora o nunca? Se decide. Ahora. Saltar. Ahora.

Quattro.

Se marcha dejándolo allí plantado, entre divertido y curioso, satisfecho en cualquier caso de haber conseguido agitar algo en ella.

Tre.

No debes tener miedo de estas cosas. A veces el miedo te impide vivir.

Due.

A treinta mil metros sobre el cielo.

Uno.

A ti, que me has encontrado. Te grito amor, que tú puedas amar con una locura rebelde, con una pasión insana, que estas palabras sean para ti el comienzo de una temeraria felicidad.